EL ARTE DEL CRAFT - VI
Posted by Mariana Scaravilli on Oct 8, 2017

 

VI

La práctica perderá frescura a menos que nuestra ejercitación sea un juego espontáneo y divertido. La invención es tan necesaria en nuestra práctica como en la vida real. Cuando la práctica deje de ser divertida, nos alejaremos de ella, intencionalmente o no, y perderemos la posibilidad de adquirir disciplina. Y la disciplina es un vehículo para la dicha. La diferencia entre tocar, actividad espontánea y alegre, y los esfuerzos creativos del artista maduro, está en la intención. Tocar es en el momento, sin exigencias ni expectativas de resultados. El trabajo del artista maduro es también tocar en el momento, pero aprovechando un mecanismo disciplinado y alerta entrenado para responder a las incitaciones del momento creativo. Es decir el tocar intencional al servicio de un objetivo: el artista toca, con la intención de generar repercusiones creativas.

Es difícil exagerar el poder del hábito. Casi toda nuestra actividad es habitual. Somos una amalgama de respuestas automáticas y series de reacciones, con los hábitos reforzándose unos a otros. Una postura particular da paso a un impulso emocional conectado a esa postura, el recuerdo de una imagen desencadena una postura asociada, o mi estado de ánimo se refleja en mi pensamiento y movimientos corporales. El hábito es histórico. Hay buen hábito, y mal hábito. Los malos hábitos dañan el organismo. Los buenos hábitos sirven al funcionamiento eficiente de nuestro organismo, y cuando son conectados con la atención se convierten en habilidad. Si todo lo que soy es hábito, incluso buen hábito, soy una máquina. Puede que sea mecánicamente útil, y mecánicamente servicial, pero soy mecánico.

El hábito es inevitable y también necesario. El desarrollo de la destreza es el entrenamiento de los hábitos eficientes dirigidos al servicio del impulso creativo. Debo tener contacto con mi automatismo: consciencia de mi cuerpo y de cómo se mueve, la sensación orgánica de la presencia de la vida en mí; notar los pensamientos fluyendo continua y asociativamente; mi atracción por lo que me gusta y evasión de lo que no me gusta. Notar es el resultado de una atención alerta y centrada. Cuando estoy en este estado, estoy en contacto conmigo mismo, y también con lo que me rodea. El automatismo es rigidez; el contacto con mi automatismo confiere flexibilidad. Pero el contacto con la destreza no es autoridad sobre ella. La autoridad hablará a mi entrenamiento con una voz simple, mantendrá una visión unificada de lo que está implicado, y poseerá la capacidad de juzgar. Si puedo encontrar esta autoridad, perspectiva, y juicio, estoy cerca de tener disciplina.

Un día, mientras el músico está en un momento de tocar intencionado, la música pasa volando. El artista disciplinado, alerta y en contacto con el momento, vuela con la música. El músico pone un instrumento entrenado, afinado y responsivo, él mismo, al servicio de la música, para que el impulso creativo lo toque directamente. Si la música es buena, la música está tocando al músico. Si la música no es tan buena, el músico está tocando la música. Si la música es mala, el músico está tocando al músico.

El músico maestro es un músico con disciplina. Él es su propia persona, y habla por él mismo con su propia voz. El genio va más allá de su propia persona, y nos habla a todos con nuestra propia voz. Un músico genio es todos los músicos, unidos mediante el acto creativo de la música.

 

 

El Arte Del Craft - VII

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