Un principio es universal, una regla es inflexible, una ley es invariable.
La Música anhela tanto ser oída que a veces llama a extraños personajes para que le den su voz, y para que le den sus oídos. Este anhelo-de-ser-oída llama a la existencia al Evento de Actuación; en el que música, músico y audiencia pueden unirse como si fuesen uno, en comunión.
Esta comunión tiene seis formas diferentes de ser y de experimentarse a sí misma (más una séptima invisible); y estas formas, o principios, están presentes simultáneamente en la Actuación.
I
Cuando la gente se reúne con música, algo pasa.
Cuando la gente se reúne, algo pasa.
Cuando la gente se reúne con música, algo notable pasa.
Cuando músico, audiencia y música se reúnen en una actuación, este algo notable tiene su propia cualidad.
El algo notable es la Música tomando vida propia.
La Creación continúa creándose.
II
En una actuación, las cosas se unen, misteriosamente; y salen mejor de lo que podríamos anticipar; y mejor de lo que merecemos.
En un evento de actuación, la Benevolencia que da lugar a la Música junta a los músicos y a la audiencia.
Las cosas se unen, misteriosamente; y van mejor de lo que merecemos, o de lo que podríamos esperar de ellas.
III
Una actuación puede tomar su propia vida y carácter.
Cualquier evento particular de actuación – con esta gente, en este lugar, en este momento – define las condiciones de la actuación: el dónde, cuándo y qué del evento.
Esto es en lo externo.
Las condiciones de tiempo, lugar y personas no gobiernan la calidad de nuestra experiencia de dicha actuación.
Nuestra experiencia reside en lo interno.
Que el evento ocurra es un hecho.
Cómo participamos, escuchamos, respondemos, está abierto y disponible.
Lo que ocurre dentro de la actuación, es decir, que la actuación tome vida o no, está por crearse y descubrirse.
Si esto es así, la actuación puede tomar su propia vida y carácter.
Es única.
IV
Cualquier actuación es una multiplicidad de actuaciones.
El grado hasta el cual actuamos como uno, como una persona plena, es una medida de nuestra integración; es decir, una medida de nuestro Ser.
El grado hasta el cual la actuación es un evento pleno, depende del punto hasta el cual Músico y Audiencia y Música sean capaces de entrar en Comunión como si fuesen Uno.
Hasta este punto, el evento de actuación es tantas actuaciones como participantes haya. Más allá de este punto, la Actuación Plena es todas las Actuaciones: es eterna.
La diferencia entre ambas es menor de lo que podamos creer.
Así, cualquier actuación es una multiplicidad de actuaciones.
V
Lo posible es posible.
Somos capaces de estar con otros sólo en la medida en la que somos capaces de ser nosotros mismos.
Siendo esto así, sólo podemos estar en la actuación hasta el grado en el que podemos ser nosotros mismos: ser quienes somos.
Es posible ser quienes somos.
Así, lo posible es posible.
Comenzamos con lo posible, y nos movemos gradualmente hacia lo imposible.
VI
Lo imposible es posible.
Lo normal es lo que podremos lograr, dado quien somos, qué somos, las condiciones y limitaciones del mundo en el que trabajamos.
Nuestra “norma” es lo que “debemos” ser.
Esto es lo que se pide de nosotros: ser quienes nacimos para ser y hacer aquello para lo que nacimos.
Esto es ya mucho pedir: es imposible.
Sin embargo, comenzamos con lo posible y nos movemos gradualmente hacia lo imposible; confiando en que la Benevolencia que da lugar a la Música no está nunca demasiado lejos.
Así, lo imposible es posible.
El Séptimo Principio reside en el Silencio.
Los Seis Principios asumen un objetivo común, buena voluntad y el deseo de participar con buen espíritu en el evento, y la capacidad de hacerlo.
En un sentido los Seis Principios están disponibles cuando lo más elevado en nosotros se une; en el conocimiento de que, esencialmente, somos la misma persona.
Cuando lo inferior se hace cargo, el evento de actuación se degrada; y lo posible se vuelve cada vez más restringido.
Lo imposible se hace imposible.
Entonces lo mejor es, que lo posible continúe siendo posible.
Lo peor es, que lo posible se haga imposible.
Éste es el Evento Nulo: no pasa nada.
Un Evento Nulo no tiene lapso de vida, ni persistencia, ni un momento presente propio.
El evento desaparece, como si nunca hubiese ocurrido;
y, realmente, no lo hizo.
El Evento Nulo es un malgasto total de tiempo y energía.
Algo se pierde.
Pero, no tiene que ser así.
Confiemos en la inefable Benevolencia del Impulso Creativo.
Martes 21 de julio, 2009
Monasterio Monjas Dominicas, Sant Cugat