EL ARTE DEL CRAFT - V
Posted by Mariana Scaravilli on Oct 8, 2017

 

V

La calidad que traemos a una pequeña parte de nuestra vida es la calidad que traemos a todas las pequeñas partes de nuestra vida. Todas las pequeñas partes de nuestra vida es nuestra vida. Si somos capaces de hacer un pequeño acto de calidad, éste se extenderá por el gran acto de vivir. Esto está en la naturaleza de la calidad. Una calidad es ingobernable por las reglas de la cantidad: una calidad no se rige por números. Así, un pequeño acto cualitativo es tan grande como un gran acto cualitativo. Un acto de calidad lleva intención, compromiso y presencia, y nunca es accidental. Una vez que hemos experimentado un esfuerzo de este tipo, podemos aplicar esta calidad de esfuerzo en las otras áreas de nuestra vida. La regla es: mejor estar presente con una mala nota que ausente de una buena nota. Practicamos presencia extendiendo el cuidado que aplicamos al tocar nuestro instrumento a los asuntos del día a día de nuestra vida ordinaria, como limpiar los baños, limpiar las ventanas y trabajar en la cocina.

Si no sabemos a dónde vamos, probablemente llegaremos allí. La intención debe ser bastante clara, y poder ser expresada con sencillez. Esto se aplica igualmente a pequeños y grandes objetivos, ya sea una gran meta del músico o un simple ejercicio. ¿Cuál es mi objetivo? ¿Qué ejercicio lo fomentará? ¿Cómo practicaré este ejercicio, y durante cuánto tiempo? ¿Qué se consigue con este ejercicio? Un ejercicio es parte de nuestra práctica total, y al preguntar por su dirección cuestionamos su relevancia en nuestra práctica más amplia. Esto cultiva la discriminación. Nos movemos gradualmente hacia lo necesario al descartar primero lo innecesario, segundo lo opcional y, tercero, las partes útiles de nuestra práctica. Un objetivo incierto y un compromiso dubitativo conseguirán incertidumbre dubitativa y cierta vacilación. Mi vida es demasiado corta para aceptar esto. Si me contento con ir a la deriva, mejor tener una vida fácil y no molestarse para nada. Pero si puedo definir mi objetivo, me acerco más a conseguirlo.

Cómo practicamos es cómo vivimos nuestras vidas. Si nos acercamos a nuestro instrumento en un estado de ansiedad y tensión, el sonido sufrirá. Por tanto, nos relajamos, constante e intencionadamente. La relajación es tensión necesaria. Tensión innecesaria y nos ponemos tensos, menos de la tensión necesaria y nos caemos. Si voy a practicar, en esta silla, durante una hora, ¿me permitirá mi postura aguantar durante este periodo de tiempo? Si no, mi práctica fracasará.

Si estoy sentado, alerta y relajado, ¿puedo llevar mi atención a mis manos? Si cierro mis ojos, ¿estarán mis manos aún ahí? Si es así, ¿cómo lo sabré? ¿Tengo alguna consciencia del flujo de la sangre en los dedos, el suave palpitar de mi pulso, la sensación del contacto entre las yemas de mis dedos y las cuerdas? ¿Hay la suficiente cantidad de presión entre mi pulgar y el dedo índice para sujetar la púa? ¿Soy capaz de tocar sin mirar en un espejo, o sin mirarme las manos? ¿Qué pasa cuando alguien se lleva mi espejo o si se apagan las luces?

 

 

El Arte Del Craft - VI

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